La población rural se ubica en centros poblados, comunidades y caseríos.
Tiene un alto nivel de dispersión,
aislamiento y dificultad para la comunicación. El escenario de la ruralidad en
el Perú es diverso y complejo. En un mismo espacio geográfico, comunidades o
pueblos se diferencian por el acceso a recursos y la articulación con centros
urbanos más cercanos, así como por particularidades culturales. Esta
diferenciación esconde inequidades reales en el acceso a los beneficios de la
modernidad, en el desarrollo de una
ciudadanía plena, y el ejercicio de los derechos que se tiene ante la
ley.
Las zonas rurales ubicadas en la costa están articuladas a la gran
agricultura de consumo, cuyos productos se colocan en las ciudades del litoral,
y a los cultivos de exportación como el algodón, los espárragos, el azúcar,
etc. Tienen actividad pesquera y comercio en las ciudades intermedias, con
cierta rentabilidad.
La población rural de la sierra se dedica fundamentalmente a la
agricultura de productos de pan llevar que abastecen a las ciudades intermedias
de la región y que se orientan al autoconsumo; asimismo se dedican a la
ganadería de ovinos auquénidos y vacunos. Hay quienes trabajan en grandes
enclaves mineros y, sobre todo en actividades artesanales.
Esta zona fue profundamente golpeada por la violencia política que vivió
el país entre 1980 y 1992, lo que originó el despoblamiento de muchas
comunidades y deterioro en la salud
emocional de niños y mujeres. La selva rural constituye uno de los espacios
menos articulados con el resto del país, la difícil comunicación con las
ciudades de la región y del país no permite a este sector el acceso a gran
parte de los beneficios de la modernidad.
La población obtiene sus ingresos fundamentalmente de la actividad
agrícola y ganadera. La caza y pesca se constituyen en actividades para la
subsistencia familiar. La articulación de algunos agricultores con la economía
de cultivo de la coca los diferencia de los que se dedican al cultivo de
productos de pan llevar.
La presencia de las comunidades indígenas pertenecientes a cerca de 68
grupos lingüísticos y 11 familias de culturas, otorgan a este espacio una
peculiar configuración cultural. Estas comunidades viven integradas y se asumen
a sí mismas como indígenas y reivindican sus derechos como pueblos originarios.
La zona amazónica también ha sido víctima del narcotráfico y del terrorismo que
atacó también a los indígenas especialmente a los asháninkas.
La educación rural en nuestro país, es un tema muy complejo debido a los
grandes y serios problemas que se presentan; los tratamientos a la educación
rural tiene que limitarse a problemas específicos que afectan su calidad de
servicio y a los malos resultados que están presentando los
estudiantes en las últimas evaluaciones censales.
La educación en zonas rurales, muestran desde hace mucho tiempo claros
signos de insuficiente calidad, poca pertinencia y gran iniquidad, el DCN
no es pertinente a las realidades de la educación rural, los niños más pobres
reciben la peor educación.
El gran problema de la educación del país, es la educación rural ¿qué
acciones inmediatas se debe tomar para revertir esta situación?
Se pretende echar la culpa a los docentes de la mala educación y esto no
es así. Todo los educadores sabemos que no contamos con un buen acompañamiento
pedagógico permanente, se cuenta con un DCN descontextualizado y los
lineamientos para diversificarlos simplemente no existen, además se cuentan con
textos escolares distribuidos desde el Ministerio de Educación que no respetan mínimamente
la diversidad cultura, la deficiente calidad de los libros se debe a que no son
elaborados por especialistas en pedagogía.
A pesar de los esfuerzos desplegados aún hay mucho que hacer y
profundizar para acabar con la situación de exclusión e inequidad que padecen
las poblaciones rurales, Se requiere replantear la educación para los ámbitos
rurales, convertirla en un proyecto político para lograr una ruralidad
sostenible, compatible con una educación de calidad que asuma identidades,
capacidades locales de gestión educativa, enfoques centrados en la
responsabilidad social por los logros de aprendizaje y el desarrollo
sostenible. Este proyecto político tiene el desafío de atender por igual el
corto como el largo plazo; debe orientarse a formular propuestas educativas
aprovechando el proceso de regionalización del país recientemente iniciado; y
construir, desde las capacidades locales, el proceso de educación integral en
el ámbito rural que permita el ejercicio de la ciudadanía, el derecho a la
libertad y la autonomía para diseñar y ejecutar un modelo de desarrollo local.
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