“Los maestros al ponernos
al servicio del Estado, no hemos vendido
nuestra conciencia, ni hemos hipotecado nuestras opiniones, ni hemos
perdido nuestra ciudadanía. El hecho de
recibir una suma mensual significa sólo el pago de nuestros servicios profesionales,
pero no el pago de un silencio que repugna”.
José Antonio Encinas
El contexto que enmarca la política educativa en el Perú es
la que surge luego de las dictaduras que imperaban en la región (en el caso del
Perú dictaduras militares y civiles), que se caracteriza por la presencia de
democracias electorales, pero donde la democracia es más formal que real, más representativa que
participativa, mas individual que social, y cada vez más tiene como común
denominador, la exclusión que impide la participación de los sectores sociales
y sus demandas, un claro ejemplo de ello en el Perú fueron los sucesos de la
Amazonía.
La segunda, es la pobreza que
no ha sido resuelta, en que proliferan empleos cada vez mas informales y leyes laborales que propician la
flexibilización y la desprotección como
es el caso del Magisterio peruano mediante la Ley de Carrera Pública
Magisterial, y de los trabajadores, sumando a sistemas de jubilación y de
seguridad social precarios e injustos, que constituyen la característica común.
La tercera es la
desigualdad, ya que nuestra sociedad se encuentra
entre las más inequitativa del mundo.
Lo objetivo es que nuestra “democracia”, que
ha tenido que guiarse por el modelo de ajuste neoliberal, no ha solucionado los
problemas, por el contrario, ha mantenido pobreza y desigualdad como
características permanentes.
Así entonces, nuestra “democracia”
enfrenta el desafío de su aparente estabilidad, por ello
el actual Gobierno pretende hacer parecer que los que pensamos y
opinamos diferente a su modelo Económico Neoliberal somos los
que queremos “Desestabilizar la Democracia” pero esta es una democracia pobre y
desigual, en la cual grandes sectores de nuestra población vive en pobreza y
sufren aberrantes desigualdades.
Es esta realidad, la que provoca que nuestra sociedad viva alto grado de violencia, inseguridad, y
se manifiesten poderes facticos, económicos, financieros y empresariales que
funcionan como lobbies para que el diseño de las políticas públicas se
concreten de acuerdo con sus propios intereses. Realidad compleja si se añaden
los fenómenos del narcotráfico, la cultura de la corrupción y la
impunidad.
No se busca la integración de nuestro pueblo a
partir de una acción decidida de nuestro gobierno. En muchos casos para resolver
problemas internos se generan cortinas de humo distrayendo la atención de los
problemas principales señalados en base a las dimensiones descritas líneas
arriba, se levanta un nacionalismo falso, supuestamente defendiendo la
soberanía, pero no se reacciona ante la invasión cultural propia
de la globalización que aplasta y no privilegia nuestra identidad..
Y lo que es peor, se permite el uso de nuestro territorio para que las fuerzas
armadas americanas instalen bases militares.
El tema de fondo es que se requiere un modelo
económico diferente al impuesto por el consenso de Washington a nuestra nación,
y es esa búsqueda la que empieza a cursar en nuestro país que se resume en esa
gran consigna nacional “La gran Unidad para el gran Cambio que requiere
nuestro país”, con un Proyecto Nacional de Desarrollo, Asamblea
Constituyente y una nueva Constitución, que permita enfrentar la globalización
neoliberal.
En el marco de la política educativa, a
partir de los años 90, comienza a vivir un cambio de paradigma que se mantiene
vigente y que ha afectado principalmente a la educación pública.
Del Paradigma de la concepción humanista que
privilegiaba la educación pública como espacio democratizador y de integración
social, se impone ahora otro sustentado por la economía y una visión
neoliberal, que sobrepone lo privado por sobre lo público y
privilegia la economía por sobre la democracia.
Este giro subestimo la complejidad de los problemas
que enfrenta la educación en una transición de época, con nuevos desafíos sociales,
ambientales y de desarrollo. Esta complejidad de los procesos educativos en el
nuevo contexto quedo reducida a una cuestión de gestión basada en principios
conductistas y neoliberales.
El profundo cambio que se empieza a vivir en estos
últimos treinta años con economías globalizadas y de mercado, profundizan las
dinámicas competitivas. De este modo la visión de la educación inspirada en la
economía, en sus teorías de acción, de gestión, de aprendizaje y de evaluación,
se ha constituido en el nuevo sentido común que es animado por nuestras elites
políticas, culturales, económicas y mediáticas.
Ello trae como consecuencia el predominio de
políticas educativas orientadas a potenciar la gestión de los actores que
participamos en el proceso educativo, fundada en un sistema basado en
controles, estímulos y amenazas, que tiene como esencia la gestión
desde “afuera” así como nuevos mecanismos de control social a los cuales
se supeditan todas las otras políticas.
El resultado y las consecuencias de este nuevo
paradigma han significado que nuestro sistema educativo se
encuentre estancado, aumentando cada vez más su segmentación, con
sistemas de educación pública desmantelados y sin ejecución del Proyecto
Educativos Nacional; mientras que los profesores y profesoras son
sistemáticamente desvalorizados y por lo mismo, se encuentran
tensionados, desmoralizados o desmotivados en medio de una vocación que resulta
difícil de sostener.
Pero es la realidad del mundo entero la que ha
cambiado vertiginosamente en estos años, en que como hemos señalado, los
proyectos de desarrollo nacional tienden a desaparecer por las economías
globalizadas. Por ellos se asumen políticas educativas que privilegian el
mercado y la libertad de enseñanza, menoscabando la educación como derecho
humano, transformándola en un servicio que debe competir en el mercado y cuya
“calidad” depende de las posibilidades económicas de cada familia.
Podemos señalar que se pueden
distinguir tres generaciones de reformas diferentes:
1. La
Ley General de Educación, que fue dictada para ponerse a tono con el
capitalismo globalizado, es decir que intenta desarrollar un sistema educativo
acorde con los modelos de países desarrollados.
2. La
descentralización neoliberal, que tiene su expresión más paradigmática, con la
municipalización y privatización de la educación.
3. Contrareformas
Educativas, producto de la crisis fiscal, y que apuntan a una racionalización
de recursos desde una perspectiva neoliberal, que significan en algunos casos
el desmontaje de los elementos más progresistas que se habían ganado en algunas
leyes y en otras organizan directamente el termino del derecho a la educación
como derecho humano.
Estas han contado con el patrocinio del Banco
mundial, a partir del discurso de potenciar calidad educativa, pero entendida
en términos de eficiencia y eficacia.
Este nuevo paradigma neoliberal, propiciado además
por la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico (OCDE),
comienza a afectar el diseño de las políticas educativas centrando su esfuerzo
principal en el logro de la calidad, pero asumida como resultado de pruebas
estandarizadas que se convierten en sinónimo de calidad de la educación,
convirtiéndose el concepto de calidad en sinónimo de buen rendimiento en estos
test.
El único resultado de este tipo de mediciones es
hacerlo competir escuelas, docentes y estudiantes en el mercado educativo,
restringiendo el carácter integral de la educación, pues en la práctica lo que
se tiende a enseñar es lo que se evalúa, es decir los aprendizajes medibles en
determinadas asignaturas. Ello tiene como efectos concretos la
despedagogización y la desprofesionalización.
Las prácticas pedagógicas tienden así a centrarse
en el entrenamiento para obtener buenos resultados en las pruebas, y lo que es
peor, el Estado no se responsabiliza de
asegurar una buena educación, pues entrega dicha responsabilidad a los
actores, culpabilizando a las escuelas, a los padres, a los profesores y a los
propios estudiantes de los resultados de aprendizaje.
El nuevo programa propicia el camino de la
despedagogización, se reduce la pedagogía solo a la función de preparar para
las pruebas y obtener buenos resultados en las mismas, y se supone que la base
de la acción educativa es la disciplina que se enseña, y por lo tanto,
cualquier otro profesional que tenga conocimientos similares o supuestamente
mayores que un docente en una determinada área del currículo estaría en
condiciones de ejercer la docencia.
Cada vez más la escuela que conocimos y continuamos
defendiendo, nuestra escuela pública gestora de ciudadanía democrática esta mas
acorralada. De las competencias sociales y de la formación integral que
buscábamos como maestros, nos enfrentamos a las competencias sociales y de la
formación integral que buscábamos como maestros, nos entendidos como las
exigencias disciplinarias mínimas del conocimientos que permitirían a nuestros
alumnos y alumnas insertarse en la sociedad globalizada.
Del mismo modo, se diseñan políticas de control que
afectan seriamente la autonomía profesional ya que el profesorado se ve
sometido a la presión por cumplir metas ligadas a subir puntajes en las pruebas
estandarizadas, lo que provoca en los docentes altos niveles de angustia y de
estrés, y promueve también la competencia entre docentes por obtener incentivos
económicos ligados a resultados de desempeño.
Estas reformas de contenido neoliberal han afectado
profundamente nuestras sociedades y han golpeado, sin que logremos percatarnos
plenamente, nuestras escuelas, los procesos de enseñanza y aprendizaje, nuestro
rol docente.
Estos problemas concretos debieran
hacer reflexionar a la sociedad en su conjunto respecto a
la necesidad de estructurar movimientos pedagógicos sólidos, capaces de reencontrar
la necesidad de luchar por una educación pública que permita la profundización
real de nuestras democracias y que en definitiva sean nuestros pueblos los que
resuelvan los modelos de desarrollo y el tipo de ser humano que debiera estar
formándose en nuestras aulas.
Ello significa enfrentar y tratar temas cruciales
como son la formación docente, la exigencia de condiciones profesionales de
trabajo, la necesidad de la evaluación del desempeño docente de
carácter formativo, la estructuración de carreras profesionales.
Por otra parte, cuando se vive una cultura global
que incorpora modelos ajenos y extraños y que se desprecia sistemáticamente
nuestras raíces, debiera también buscarse el rescate
de nuestros valores, y la defensa real de nuestra soberanía y de
nuestros recursos naturales.
Por todo ello, en el actual momento histórico, la
pedagogía es un nuevo espacio social y profesional de lucha, y es esta una
tarea que implica un enorme desafío a nuestra sociedad. En otras palabras, se
trata de hacer política desde el mundo social y desde la educación.
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