DÍA DE LA MADRE
Las palabras, madre mía, se ahogan en mi garganta al querer hablar en
elogio tuyo; ninguna podrá expresar la gran deuda que mi vida tiene con la
tuya, después de ofrendar lo mejor de su juventud e ilusiones en el cuidado de
mi infancia y niñez; ahora que ya he llegado al pleno uso de mis facultades y
de mi razón, quiero expresarte desaliñada y pobremente, con sumisión y
obediencia diaria, el respeto y gran cariño que por ti siento, recordándolo
hoy, de manera especial en el merecido "DÍA DE LAS MADRES", aunque
para todo hijo, todos los día deben ser iguales en obligaciones y amor inmenso
para su madre, pudiendo demostrar con pequeñas simplezas cotidianas.
Recibe pues, madre adorada, el incienso de nuestro recuerdo especial en
un día como éste señalado por todo el mundo para rendir pleitesía y homenaje al
ser que nos da sus desvelos y fatiga en cada instante de su existencia, que
reza y pide por cada uno de sus hijos olvidándose de sus propias penas, siendo
el ángel salvador que siempre nos consuela y en todo momento nos brinda en su
tierno regazo el rocío vivificante que nos vuelve con mayores fuerzas al carril
del arduo camino de la vida donde cosechamos más espinas que flores.
Esperamos pues, que en un día como éste, podamos demostrar nuestra
gratitud al ser único, incomparable e insustituible y besando esa fatigada
frente que nuestras penas han hecho surcar de arrugas, tributarle el homenaje
de nuestro amor.
Feliz Día Madre.
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